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ESO NO ESTABA EN MI LIBRO DE HISTORIA DEL AJEDREZ

¡OH, PILLSBURY!

Antonio Gude

Quienes conocieron a Pillsbury en sus días jóvenes nunca olvidarán el llamativo,

casi hermoso rostro de aquellos días. Sus ojos tenían una expresión que habla

de fuerza mental, de sueños, de sentimiento poético. A mí me dieron una idea de cómo

podían haber sido los ojos de los antiguos profetas.

Enmanuel Làsker

Cuando Harry Nelson Pillsbury[1] llegó a la ciudad inglesa de Hastings para participar en su primer torneo internacional, se hospedó en un pequeño hotel, alejado de la residencia de los demás ajedrecistas. “Quiero estar tranquilo”, dijo. “Tengo la intención de ganar el torneo.”

Nadie se tomó en serio lo que parecía la bravata de un joven debutante de 22 años. Nunca nadie había conseguido ganar su primer torneo internacional. Y aquél era, hasta entonces, el más importante de la historia. Además de ser un megatorneo, con 22 jugadores, se contaban entre ellos los mejores del mundo: el campeón, Enmanuel Làsker, el excampeón, Wilhelm Steinitz, el gran maestro ruso Mijail Chigorin y el alemán Siegbert Tarrasch, apodado campeón mundial de torneos. Esos cuatro mosqueteros eran los indudables favoritos.

Pero eso sucedería en 1895. Volvamos atrás la mirada.

Un jugador nato

De muy joven se trasladó a Boston para realizar estudios de comercio. Boston estaba dejando de ser por entonces la capital cultural de Estados Unidos, en favor de Nueva York, la poderosa metrópoli. Pero resultó que lo que al joven le atraía con la fuerza de un imán era el juego. Todo tipo de juegos: damas, naipe, ajedrez, con o sin apuestas. Pillsbury se inició tarde en el juego rey, a los dieciséis años. Pero pronto se hizo un asiduo de todos los clubes de Boston. Y tres años después era el mejor jugador de la ciudad. El joven era extrovertido e intenso y se prodigaba en la vida como en el juego.

El ajedrez entra en escena

En 1892 disputa un match a tres partidas con Steinitz, el campeón mundial. Pillsbury gana el match por 2-1, pero el resultado no es muy significativo, puesto que Steinitz le daba de ventaja las blancas y el peón f.

A raíz de una visita a Boston de los maestros alemanes Walbrodt y Schottländer, juega con ellos sendos matches y los derrota. Ese fue un primer hito en su carrera. Después de eso, y estamos en 1893, Harry Nelson decide hacerse profesional del ajedrez. De momento consigue publicar colaboraciones suyas en diarios y también alguna que otra exhibición de simultáneas. Eso le permite comprobar la dimensión de su prodigiosa memoria. Se le ofrece entonces, y acepta, el trabajo de operador secreto del autómata Ajeeb, que realiza durante varios años.

Lásker y Pillsbury analizan su partida. Observan Chigorin y Steinitz

En 1893 y 1894 participa en varios torneos en Nueva York. Y allí, además de Wilhelm Steinitz y Enmanuel Làsker, estaban jugadores importantes, como James Hanham, Eugene Delmar, Jackson Showalter, Adolf Albin y Albert Hodges, entre otros. Pillsbury demuestra no ser inferior a ninguno de ellos, incluso gana un par de partidas al campeón norteamericano Showalter. Pero Lásker, por el momento, es superior. Entretanto, escribe reportajes sobre el match por el título mundial entre Steinitz y Lásker.

Exhibiciones de partidas simultáneas

Vitalista e hiperexpansivo, Pillsbury, además de gran simultaneador, se reveló como un auténtico showman. A menudo, incluía algunas partidas de whist o de damas[2] en las exhibiciones de ajedrez, que en muchas ocasiones eran a la ciega, es decir, sin ver el tablero. Otras veces, antes de iniciar la sesión, pedía a los espectadores que eligiesen treinta palabras difíciles, que él recitaría a continuación en idéntico orden al que fueron enumeradas, ¡y también en el orden inverso! No hay que decir que esas y otras proezas memorísticas fascinaban al público.

Pillsbury en una exhibición de simultáneas en 1987

Se conoce, por ejemplo, una de esas listas, elegida por un cirujano (las palabras son, obviamente, inglesas):

Antiphlogistine, periosteum, takadiastase, plasmon, ambrosia, Threlkeld, streptococcus, staphylococcus, micrococcus, plasmodium, Mississippi, Freiheit, Philadelphia, Cincinnati, athletics, no war, Etchenberg, American, Russian, philosophy, Piet Potgelter’s Rost, Salamagundi, Oomisillecootsi, Bangmamvate, Schlechter’s Nek, Manzinyama, theosophy, catechism, Madjesoomalops.[3]

Sus exhibiciones fueron tan impresionantes que quienes las presenciaron las recuerdan vívidamente todavía hoy, a pesar de haber transcurrido cuarenta años. Como simultaneador, Pillsbury nunca tuvo igual.”[4]

Para más detalles sobre sus exhibiciones a la ciega, véase el capítulo 11.

PILLSBURY – H. VOIGT

Filadelfia (simultáneas), 29.10.1895

Gambito de Dama (D53)

(…)

Hastings, 1895

Ahora sí volvemos a la localidad costera del Canal de la Mancha, donde se celebra el gran torneo internacional.

Decíamos que nuestro joven amigo se había propuesto ganar el torneo. Pero ya en la primera ronda el maestro ruso Chigorin se encarga de devolverlo a la realidad. Por entonces, dicen sus biógrafos, las derrotas no afectaban a su confianza en sí mismo. Pero en la segunda ronda tiene que enfrentarse a Tarrasch, otro de los favoritos. Y entonces sucede lo nunca visto: Pillsbury le gana al maestro alemán y consigue ganar, además, ocho partidas de las nueve siguientes, marcando un frenético ritmo de puntuación.

Finalmente, y tras derrotar a Gunsberg en la última ronda, se aseguró el primer puesto del torneo, con medio punto de ventaja sobre Chigorin, con el resultado de 15 partidas ganadas, tres tablas y ´tres derrotas (ante Chigorin, Lásker y Schlechter).

PILLSBURY – TARRASCH

Hastings, 1895

Gambito de Dama (D55)

(…)

Esta partida se jugó en la segunda ronda. Pillsbury había perdido en la ronda inicial con Chigorin, así que debemos suponer que el joven norteamericano se encontraba especialmente motivado.

Un testigo presencial cuenta, en sus impresiones del torneo: “Pillsbury parecía realizar sus mejores combinaciones con aparente facilidad, sin reflejar el menor esfuerzo. Fumador empedernido, a menudo consumía una docena de puros en una sesión y, al descubrir una jugada interesante, contenía por un momento el aliento, hasta que soltaba una bocanada de humo sobre el tablero…”[5]

Esta victoria en la última ronda le reportó el triunfo final.

PILLSBURY – GUNSBERG

Hastings, 1895

Posición después de 29…Êe7-d6

Noches blancas de San Petersburgo

Después del torneo de Hastings quedó claro quiénes eran los mejores ajedrecistas del momento. De modo que los cinco primeros fueron invitados al supertorneo de San Petersburgo, que se disputaría entre diciembre de 1895 y enero de 1896. Lamentablemente, el Dr. Tarrasch tuvo que declinar la invitación por razones profesionales. De modo que los otros cuatro (Làsker, Steinitz, Chigorin y Pillsbury) se enfrentarían en un cuadrangular a seis vueltas, cuyo desenlace probablemente sugeriría un aspirante al título mundial.

Las cosas no podían rodar mejor para el joven maestro, en la primera mitad del torneo, pues sumó 2,5 de 3 contra Lásker y 3 contra Chigorin, y sólo Steinitz pudo plantarle cara. Después de las tres primeras vueltas, la clasificación era ésta: Pillsbury 6,5; Lásker 5,5; Steinitz 4,5; Chigorin 1,5.

Pero entonces, con motivo del Año Nuevo, los organizadores decretaron un descanso de cinco días, durante los cuales los participantes fueron agasajados conforme a la exagerada hospitalidad rusa. Estos excesivos disfrutes pudieron pasarle factura a Pillsbury, como ya le ocurriera en 1893 a Tarrasch en su match con Chigorin. Comenzaba la segunda mitad del torneo y con ella la cuarta partida con Lásker. Una partida que resultó dramática y que Pillsbury jugó muy alterado, porque el día anterior le habían diagnosticado una grave enfermedad. El americano no sólo perdió esa partida, sino que le produjo un efecto tan desmoralizador que, inesperadamente, sufrió otras cinco derrotas. Pillsbury no se encontraba bien y se quejaba de padecer insomnio y fuertes dolores de cabeza, hasta tal punto que algunas de sus partidas fueron postergadas, jugándose en fechas no programadas. Finalmente, el campeón ganó el torneo y Pillsbury sólo pudo finalizar tercero: 1, Lásker 11,5 (de 18); 2, Steinitz 9,5; 3, Pillsbury 8; 4 Chigorin 7. A pesar de todo, logró un buen resultado en sus enfrentamientos con Lásker (2-1 y 3 tablas) y Chigorin (3-2 y unas tablas), pero su score contra Steinitz fue desastroso (0-4 y 2 tablas).

Eventos de fin de siglo

En Nuremberg (1896) Pillsbury no se encontraba bien, a causa de la sífilis contraída en San Petersburgo, pero se esforzó y pudo compartir el tercer puesto con Tarrasch, detrás de Lásker y Maróczy, con +10 =4 -4. Y ese mismo año fue superado por Chigorin y Charousek en Budapest, finalizando de nuevo tercero. Eso puso punto final a su primera visita a Europa.

PILLSBURY – LÀSKER

Nuremberg, 29.7.1896

Defensa Francesa (C11)

(…)

Esta partida fue galardonada con el premio de brillantez del torneo.

A pesar de sus brillantes éxitos, Pillsbury pasaba dificultades económicas. La prueba es que durante años tuvo que seguir operando al autómata Ajeeb, trabajo más que ingrato. Pero él nunca se quejó y paliaba sus dificultades del día a día con la venta de los valiosos trofeos que había conseguido en los torneos internacionales.

Hay una anécdota que refleja su sentido de la dignidad y su sutil orgullo. En una ocasión, un importante industrial los invitó a él y a Albert Hodges, un destacado jugador neoyorquino, a su casa para disputar una partida de exhibición. Así lo hicieron y, tras una dura lucha, Pillsbury resultó ganador. Entonces, el anfitrión les pidió a ambos que se quedasen a comer con su familia. Hodges aceptó encantado, pero Pillsbury rehusó. Y no hubo modo de que nadie, ni siquiera la esposa del industrial, pudiese hacerle cambiar de opinión. De modo que los dos ajedrecistas se fueron juntos y durante el camino, Hodges le reprochó a su amigo el desaire. Pero Pillsbury le dijo: “Ese señor me ha pagado cien dólares por la partida, así que yo no podía considerarme un invitado de ley.”

A su regreso a Estados Unidos, disputó dos matches con Showalter, venciéndolo en ambos: 10-8 y tres tablas en 1897, y 7-3 y dos tablas en   1898.

Regresó entonces a Europa para jugar cuatro importantes torneos. En el supertorneo de Viena (1898) empató en el primer puesto con Tarrasch, aunque éste ganó el match de desempate. En Londres y París (1900) fue segundo, en ambos casos después de Lásker, y en Múnich (1900) compartió el primer puesto, invicto, con Maróczy y Schlechter.

El cruel siglo veinte

Harry Nelson inauguró el nuevo siglo casándose y estableciendo su residencia en Filadelfia.

Siguió conquistando puestos privilegiados en los grandes torneos, aunque ninguno con la brillantez de su triunfo en Hastings. Así, en dos torneos de Montecarlo quedó segundo en 1902, tras Maróczy (+14 =6 -4), y tercero en 1903, después de Tarrasch y Maróczy (+14 =9 -3). En Hannover (1902) fue segundo, detrás de Janowski, con +10 =4 -3.

También tomó parte en el torneo temático de Viena (1903), con el Gambito de Rey como apertura impuesta, pero sólo pudo finalizar en cuarto lugar.

En su último torneo, Cambridge Springs (1904), por primera vez en su carrera no pudo conseguir un alto premio, finalizando octavo. Su enfermedad se hallaba ya en una fase avanzada y eso afectó decisivamente a su juego. Aun así, logró vencer a Lásker en su partida.

PILLSBURY – LÀSKER

Cambridge Springs, 1904

Gambito de Dama (D50)

(…)

A pesar de su deteriorada salud, Pillsbury encontró fuerzas para nivelar su score con el campeón del mundo.

Dos años después fallecía en Filadelfia, en posesión del título de campeón de EEUU, que se había negado a poner en juego contra Frank Marshall.

Contra Lásker tenía mejor resultado que ninguno de sus contemporáneos: +5 =4 -5. También igualado era su score con Steinitz: +5 =3 -5. Abrumador con Karl Schlechter: +8 =9 -2, y sólo ligeramente desfavorable con Chigorin: +7 =6 -8.

Entre 1895 y 1903, sus mejores años, estaba considerado uno de los tres mejores jugadores del mundo.

Alekhine dejaría este retrato suyo: “Después de Morphy, Pillsbury fue, indudablemente, el mayor talento ajedrecístico norteamericano. (…) Mientras que Morphy se fue extinguiendo lentamente y sin alegría, Pillsbury aspiraba a que su llama vital ardiese continuamente: vino, mujeres y no canciones melifluas, sino fuertes cigarros, tal era su lema vital. Esto, sumado a exhibiciones a la ciega, jugar al whist también y a las damas.”

Su brillante estilo combinativo, su increíble capacidad de cálculo e instinto para el ataque y sus numerosas aportaciones a la teoría del Gambito de Dama y la Apertura Española han dejado profunda huella en la historia del ajedrez.

Lásker dijo de él que había abierto nuevos caminos y había sido una fuente de placer y alegría y un maestro para miles de ajedrecistas.

Adquirirlo en los siguientes Links:

https://www.libreriasur.com.pe/libro/eso-no-estaba-en-mi-libro-de-historia-del-ajedrez_149023

https://www.casadellibro.com/libro-eso-no-estaba-en-mi-libro-de-historia-del-ajedrez/9788417229672/6790548

https://www.amazon.com/-/es/Ventura-Antonio-Gude-Fern%C3%A1ndez/dp/8417229671

https://almuzaralibros.com/fichalibro.php?libro=3867&edi=1

https://tiendachessy.com/castellano/952-guia-del-perfecto-tramposo-en-ajedrez-9788417229672.html


[1] Somerville, Masachussetts, 5.12.1872 – Filadelfia, 17.6.1906. 

[2] Pillsbury era uno de los veinte mejores jugadores de damas de Estados Unidos.

[3] Fireside Book of Chess, Fred Reinfeld e Irving Chernev. En una exhibición en Filadelfia, 1896.

[4] The World’s Great Chess Games, Reuben Fine. Dover Publications Inc., 1951.

[5] El periodista Alfred Emery (1865-1940).

ANTONIO GUDE

Antonio Gude (Vigo, 1946), Maestro Nacional de ajedrez por correspondencia, fue secretario general y director técnico de la Federación Española de Ajedrez. Ha traducido numerosas obras sobre el «rey de los juegos». Está considerado uno de los mayores expertos en historia del ajedrez moderno, táctica y vínculos del ajedrez con el arte, el cine y la literatura. Dirigió la prestigiosa Revista Internacional de Ajedrez (1987-1995) y es autor de una veintena de libros sobre táctica y técnica del juego. Entre ellos, los best-sellers Escuela de ajedrez (posiblemente el libro de ajedrez de mayor éxito en lengua española, con doce ediciones), Técnica de la combinación de mate (finalista del premio Mejor libro del año de la Federación Británica) y Escuela de táctica, de los tres se han publicado traducciones en varios idiomas; El Método 64 y El rey de los gambitos que han tenido éxito de público y crítica. Además de tratados de divulgación y 16 cuadernos prácticos destinados al entrenamiento. Actualmente, es colaborador regular de las dos revistas españolas, Peón de Rey y Capakhine.

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