Categorías :

Historias del Ajedrez

RECORDANDO A MANUEL MARQUEZ STERLING LORET DE MOLA, EL AJEDRECISTA DIPLOMATICO UN GRAN PERSONAJE UNIVERSAL

Raúl Ocampo Vargas Fide Trainer & M I

El campeón de ajedrez de México que llegó a ser Presidente de la República de Cuba, y que siendo Embajador de Cuba en México trató de salvar a su amigo del ajedrez, José María Pino Suárez Cámara, exgobernador de Yucatán y Vicepresidente de México, junto con el Presidente Francisco Ygnacio Madero, fue el editor original de la Primera Revista Mexicana de Ajedrez y regaló a Don Egidio Torre, padre del GM Carlos Torre Repetto, un ajedrez cubano en ocasión de la fundación del Club “Andrés Clemente Vazquez” en Mérida, Yucatán , en 1908.

Nacido en Perú, pero de padres cubanos, Don Manuel reside varios años en México, en tiempos en que Cuba aún no era independiente, por lo que a la creación de la República de Cuba en 1902, pasa a ser embajador de este país en México y simpatiza con el grupo de masones que en Yucatán apoyaban la lucha contra el Gral. Porfirio Díaz, lo que ocasiona ciertas fricciones con el Presidente de Cuba Tomás Estrada Palma, pero que por la enorme trayectoria política de Don Manuel y su tío Don Adolfo Marquez Sterling, así como de los muchos masones de su gabinete, no se atreve a retirarlo de México.

Ya para 1913, tras la traición del chacal Huerta, es avisado a la legación cubana por el secretario del Gral. Del Villar, heroíco defensor de Madero hasta ser herido en la escaramuza en que mueren 850 personas en 20 minutos, entre ellos el Gral. Bernardo Reyes, padre del muy ilustre pensador mexicano Don Alfonso Reyes, de que Madero y Pino Suaréz se encuentran presos por los generales Huerta y Blanquet.

Don Manuel sin miedo a ser rodeado por el Batallón de Seguridad Pública fiel al general Manuel Mondragón, excelente técnico militar, pero traidor a Madero, se traslada a la Embajada de los Estados Unidos para que el embajador, decano del cuerpo diplomático, interceda ante los generales Félix Díaz, Victoriano Huerta y Manuel Mondragón, por la vida de sus ilustres amigos mexicanos. Con falsas promesas, primero del embajador y luego del trío de traidores, el ajedrecista cubano alienta ciertas esperanzas y trata en algo de consolar a Doña Sara Pérez de Madero. Logra de que el vapor “Cuba” de la armada cubana arribe a Veracruz en dos días para trasladar a las familias Madero y Pino Suaréz al asilo en La Habana. Desgraciadamente el Gral. Manuel Mondragón ya había dado instrucciones al coronel Cárdenas de que aplicase la ley fuga a Madero y Pino Suárez.

Como estaban ellos presos junto con el fiel general Felipe Angeles, los separan de él, aduciendo que parten para Cuba, pero Pino Suárez intuye la verdad y se despide del Gral. Angeles dándole notas para Manuel Marquez y para su esposa (se dice que también para Serapio Rendón).

Sólo hasta agosto de 1920, hace 90 años, le llega la misiva a Don Manuel , enviada por Egidio Torre Repetto, hijo de su amigo fundador del club y hermano del GM Carlos Torre, a la Ciudad de La Habana, como se registra en el archivo personal de Don Manuel y que formó parte de un pequeño museo de las logias masónicas en Cuba entre 1920 y 1953, siendo, incautada la documentación a partir del golpe de Estado de Batista en marzo de 1953.

El caso es que Don Manuel, viaja a México en 1929, 5 años antes de su muerte, y recoge el legado político y la documentación que Don José María tenía sobre el posible complot contra Madero, pero que nunca logró convencer a Madero del peligro y aceptó que el general Huerta tomase el control del ejercito federal mexicano que utilizaría este traidor para derrocarlo y finalmente asesinarlo.

Para Don Manuel era importante ese archivo pues había pruebas que lo involucraban como colaborador en 1910 de los revolucionarios mexicanos, lo que no era un papel digno para un embajador de un país extranjero, pero si con sus hermanos masones, que en México se reunían para conspirar so pretexto de jugar ajedrez. Lo curioso es que dicho archivo regresa a México, como gesto del Presidente Batista, por considerarse interesante para la historia de México. Y queda en el Archivo General de la Nación, donde aparentemente era consultable hasta 1975 y varios ajedrecistas que lo vimos, no le dimos la importancia debida. Conforme en 1988 alguien se le ocurrió revisarlo en el aniversario 80 del Club de Yucatán para fotocopiarlo y unir la historia de Egidio Torre Repetto, hermano de Don Carlos, Madero, Pino Suarez y el Presidente de Cuba Manuel Marquez Sterling y los muchos ajedrecistas y masones que entre 1908 y 1910 formaron logias antireleccionistas disfrazadas de clubes de ajedrez, como el “Andres Clemente Vazquez” en Yucatán, el “Verde” en Hermosillo, el “Ruy Lopez” en Orizaba, el “ Celso Golmayo” en Veracruz (donde Salvador Díaz Mirón y el Gral. Miguel Alemán Gonzalez jugaban sus partidas), así como el “George Washington” de Don Belisario Domínguez en Comitán, así como otros que citaban los documentos; resulta que tal archivo desapareció.

Ya para 1990 decían que se lo habían llevado los cubanos a La Habana y los norteamericanos a Alexandria, Virginia; sólo un jugador lo había fotocopiado, al menos en parte, Don Abel Pérez Herrera, allá por 1970, pero ya ni sus familiares en 1988 sabían nada de esas fotocopias.

La historia de la carta de Pino Suárez con los datos de donde estaba el archivo, se volvió una leyenda entre algunos historiadores y su viuda contaba sobre ese archivo varias décadas después, de hecho la muerte en 1934 de Don Manuel, fue muy sospechosa en la época, pues coincidió con los cambios bruscos de la política cubana que culminaron con la dictadura de Fulgencio Batista y Saldivar, a relación de la historia de la “Decena Trágica” con el ajedrez y en especial con la vida de Carlos Torre Repetto y su hermano Egidio Torre Repetto , culminando con la presidencia de Cuba y la actividad política de masones en México, desde Tamaulipas a Yucatán; y en Cuba; ostensible en la misma bandera de Cuba y sus símbolos patrios, se puede unir al Perú, lugar de nacimiento de Don Manuel, hasta el capitán general de Cuba Hernando de Soto, amigo del ajedrez y defensor de Atahualpa en el Perú, que por una partida de ajedrez con el tesorero Riquelme, según cuenta la leyenda, le costó al Inca la vida, por una partida de ajedrez. Cosas de la Historia.

Carta de Felipe Angeles a Manuel Marquez Sterling Loret de Mola,

Señor Don Manuel Márquez Sterling
Estimado y buen amigo:
En un ejemplar perteneciente a la señora viuda de Madero he leído apresuradamente el libro «Los Últimos Días del Presidente Madero».
¿Por qué apresuradamente?
Leyendo ese libro he admirado en usted al hombre bueno, al liberal y al artista y he quedado agradecido del historiador. Por ser usted un hombre bueno, liberal y un artista, puede comprender y pintar a Madero, legándole a la Historia su mejor retrato. Por ser un buen cubano y buen amigo de México pudo usted prestar un servicio a ambos países, acercándolos más de lo que estaban ya, y pudo usted meterse en el mero centro de muchos corazones mexicanos y conquistarse el respeto de todos, aunque muchos no quieran manifestarlo. A pesar del mérito indiscutible del libro tiene algunas inexactitudes insignificantes y un error de mucha importancia. Entre las inexactitudes citaré las siguientes.
Dice usted que el General García Peña encontró al señor Madero (que el 10 de febrero de 1913 volvía de Cuernavaca a México) en Tlanepantla. Esta población está del lado opuesto, García Peña nos encontró realmente entre Xochimilco y Tepepa. Dice usted que el General Huerta iba a fusilar en Torreón al General Villa (ya era General: el señor Madero lo había ascendido cuando las tropas estaban en Torreón, y el mismo Huerta lo dio a reconocer como tal a la División Federal del Norte) porque Villa salió a batir a Orozco contra orden expresa de Huerta. Hay ahí un error de lugar y de causa. Lo iba a fusilar en Jiménez (lejos de Torreón, a medio camino de esta ciudad para Chihuahua) y la causa fue diferente. La
verdadera fue que Huerta sabía que en Villa, Madero tenía un apoyo valioso, y la aparente, una intriga vulgar, que no honra a Huerta y que me resisto a escribir.
Relata usted la campaña de Huerta contra Orozco, de manera que hace honor a la pericia militar de Huerta. El error provino seguramente, de que tanto la prensa de oposición como la escasísima amiga del gobierno, elogiaban la campaña. Pero la oposición elogiaba porque Huerta era enemigo de Madero y quería fortalecer y engrandecer al general; y la gobiernista elogiaba, porque la gente cree que algunas veces la mentira favorece.
La campaña tuvo éxito pero no debido a la pericia de Huerta, como tampoco se debió a la pericia nuestra el éxito de nosotros contra Huerta. México no tiene ejército, no tiene mas que chusmas armadas, aunque los mexicanos hayamos dicho cosa diferente porque tenemos un patriotismo especial y porque no sabemos cómo son los ejércitos.
Cuando el Embajador americano Wilson hizo triunfar la perversidad de Huerta creyendo que ayudaba a Félix Díaz y Huerta se hizo Presidente, mandó éste escribir una historia de su campaña del Norte y en ella resultaba mejor General que Bonaparte. Ese juicio, aunque disminuido, habría quedado en nuestra historia si Huerta hubiera sido un verdadero patriota, como ha persistido la reputación de habilísimo general de nuestro gran Morelos, corriendo indiscutida la versión de que Bonaparte dijo que con dos Morelos conquistaría el mundo. Nosotros no podemos tener historia porque somos un pueblo muy joven, muy poco ilustrado y muy apasionado. Amamos y odiamos ciegamente. Y la historia requiere mucho tiempo y mucha serenidad de juicio. Nosotros no tenemos una historia ni siquiera de nuestra primera revolución, la Independencia, que aún perdura en una de sus fases. ¡Pero que dudo mucho que así suceda, cuando no existe una verdadera historia de la Revolución Francesa, no habiendo sido
ésta un acontecimiento de trascendencia mundial y a pesar de los eminentes libros de Carlyle, de Michelet, de Taine y de Jaurés! Perdóneme usted, querido amigo, que se haya desbocado mi caballo de jinete descuidado y que mi imaginación de estudiante de Álgebra haya recorrido una serie de cero al infinito. El error de mucha importancia que contiene el libro consiste en la apreciación que hace usted de Zapata y de los zapatistas. Zapata no es un atleta, y los zapatistas no quieren la anarquía perpetua. Zapata es un charrito, como le decía Villa, del relieve de nuestros gloriosos insurgentes de la guerra de Independencia. Los zapatistas querían solamente un pedacito de felicidad en esta tierra. Los zapatistas han tenido siempre la razón, aún contra Madero, así me lo manifestó éste, y me envió a la guerra del Sur para ver de reparar errores, dejando a mi exclusivo criterio la conducción política y militar de la campaña.
Si usted conociera de este asunto lo que yo, querría usted a los zapatistas tanto o más de lo que quiso a Madero y escribiría un libro más hermoso aún que «Los Últimos Días del Presidente Madero». Y sobre todo estaría usted convencido de que lo que se requiere para resolver un problema zapatista, es la bondad cristiana sin el error inicial que éste tuvo, y no la implacabilidad inescrupulosa de Huerta o la repulsiva y fría de Carranza. Y estaría usted arrepentido de insinuar la sombra de la idea de un exterminio y de haber tenido las pesimistas imaginaciones de artista entristecido que ve extenderse «la plaga zapatista como sombra siniestra y llorosa por las verdes planicies, llenando los vacíos del criollo ausente, y organizándose a la manera de su instinto y de su naturaleza y de sus necesidades bajo reglas y costumbres peculiares, como las marcas teutónicas o la aldea aymará de fisonomía puramente agrícola; y — añade usted— resuelto, acaso, veráse, por inercia el conflicto económico y social que provocó el monopolio de sucesivas tiranías. No serán eficaces, entre tanto, los decretos de la Nación, ni las leyes del Congreso, ni las comisiones agrarias, ni los con venios políticos, ni las ligas rebeldes. Dividida la tierra por el blanco y por el blanco distribuida seguirá la horda en pie, el cabecilla en guardia, los fusiles cargados. Y Zapata como un cuervo gigante cubrirá con sus alas negras los vergeles deliciosos de Morelos».
Zapata lucha por un ideal de justicia como el glorioso o infortunado insurgente Guerrero, y siguiendo un poco la opinión de usted, no quiere tener la confianza y desprendimiento de aquél: tal vez conozca la historia de su compatriota. Zapata creería en los convenios políticos que fueran sinceros, Zapata creería en ligas rebeldes que sean leales. Tiene razón la horda de ser desconfiada, hace bien en conservar cargados sus fusiles y de montar la guardia. Y el charrito Zapata, jinete en su retinto en las cimas del Jilguero, destacando su silueta de aceradas líneas sobre el incomparable cielo de mi patria, vigilará las ágiles correrías de nuestros somáticos indios de brillantes ojos negros y enjutos músculos, que vagan por los bosques tropicales, reflejan sus imágenes en las corrientes cristalinas, o saltan en las rocas del texcal.
Aún disentimos en otros dos puntos que no quiero mencionar. Pero si discrepamos en algunas ideas, en innumerables concordamos y éstas me produjeron tal entusiasmo, que si a mi alcance hubiera usted estado cuando leí su libro le hubiera magullado la mano a vigorosos apretones.
Le ruego acepte mis calurosas felicitaciones por su libro y mis fervientes votos porque siga usted ocupándose de las nobles tareas de acercar más a nuestros dos queridos pueblos y de laborar en la obra democrática.
Felipe Ángeles Rúbrica.

Raúl Ocampo Vargas
http://chesscom-chesscoach.blogspot.com/2010/08/manuel-marquez-sterling-loret-de-mola.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sobre Nosotros

Proyectos Educativos, Proyectos de Prevención, Proyectos de Reinserción, Proyectos Terapéuticos, Proyectos Recreativos, Proyectos Deportivos.

Siguenos

¿Necesitas Ayuda?