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“LAS PEQUEÑAS VENTAJAS EN EL FINAL” GM ARTURO POMAR

Para estudiar el Final, un libro muy valioso

MI Raúl Ocampo Vargas chesscom@hotmail.com

Recientemente en “Facebook” un lector preguntaba sobre la calidad del libro “Las Pequeñas Ventajas en el Final” escrito por el GM Arturo Pomar.

Lo que más me llamó la atención del libro cuando por primera vez lo tuve en las manos, fue la selección de ejemplos, pues cada final seleccionado mostraba un tema completo. No es un libro extenso, tan solo 122 páginas y 101 posiciones.

Cada posición exige una observación cuidadosa para determinar “las demandas” de la posición. El célebre “Darse Cuenta” con que definía el GM Oscar Panno lo más importante en el ajedrez.

Muchos se quejan de parcos comentarios en los libros de ajedrez, y tal vez tengan razón, porque los editores gustan de diagramas grandes y de recortar frases y creen que un libro “técnico” debe ser escueto.

Tras de cada diagrama inicial , Pomar apunta un promedio de 20 jugadas para ilustrar la manera de vencer en finales con pequeñas ventajas. Es fácil, aun para los que no han desarrollado la visión de la posición precisa de cada pieza tras cada jugada, seguir la partida sin usar piezas y tablero. El libro es así una oportunidad ideal para ejercitarse en el juego “ a la ciega”, habilidad que es fundamental para todo ajedrecista y una de las determinantes de la calidad y fuerza de juego.

Una manera de estudiar los finales es la de resolver situaciones prácticas, lo que además de confirmar nuestros conocimientos nos aportan una experiencia valiosa.

Desgraciadamente los nuevos ritmos de juego que estimula la FIDE tienen una faceta desventajosa. Los jóvenes jugadores tardan en acumular la suficiente experiencia manejando finales debido a que cada vez se juegan finales de manera apurada.

Esto se traduce en que se observa que muchos noveles jugadores juegan francamente mal los finales y se ven derrotados en ellos por los jugadores de la vieja guardia que, formados en la época de los ritmos más pausados de tiempo, si tuvieron oportunidad de desarrollarse sólidamente en esta importantísima fase de la partida.

Muchos veteranos logran “voltear” las situaciones en el final y no sorprende que, al examinar las estadísticas, los jugadores de mayor edad acumulan más puntos en finales igualados que sus competidores más jóvenes.

Muchos entrenadores recomiendan a sus pupilos resolver finales constantemente para adquirir la experiencia que a veces el juego práctico les provee muy lentamente. Este método es distintivo de la escuela rusa moderna, que paga así un tributo a los viejos y eficaces métodos de la escuela soviética.

Además de proporcionar un reto, el examen es entretenido y constituye un método atractivo de acercarse al estudio profundo del final. También tiene la ventaja de indicarle a los entrenadores sobre que puntos débiles de sus pupilos trabajar.

Los indicadores de desempeño son el instrumento insustituible para la adecuada programación de los planes de estudio y trabajo; por lo que los entrenadores deben realizar exámenes de manera periódica y no avanzar en nuevos temas hasta asegurarse que los temas ya presentados han sido totalmente asimilados por los estudiantes y así no ir dejando “lagunas” en el desarrollo de habilidades y adquisición de conocimientos. La regla de proporción utilizada por los entrenadores soviéticos de tres sesiones de estudio por una de examen, probó ser una fórmula de éxito de muchas subescuelas de la escuela soviética. Algunos la llamaban “la proporción ucraniana”, ya que el excelso entrenador Vladimir Kart , de la ciudad de Lvov, en Ucrania, la promovía con éxito. Es de anotar que tras la desaparición de la URSS, los ucranianos han estado siempre entre los líderes del mundo, ganando incluso una Olimpíada Mundial de Ajedrez. Curiosamente dos de los “egresados” de la escuela de Kart, Beliavsky y Mikhailchisin se distinguen por excelentes producciones bibliográficas sobre algunos temas técnicos, como son los de finales con material diferente, pero balanceado y estructuras de peones específicas, como las de peón dama aislado y los peones colgantes.

Otra fórmula preconizada de Kart, respecto a proporciones de estudio, era la de, en grupos de doce sesiones, estudiar una sesión de partidas completas, una de variantes de apertura, una de estructuras de peones, una de examen, dos de material diferente balanceado y semi balanceado, una de finales, una de examen, una de estructuras de peones, dos de finales y una de examen . Esta docena de sesiones se realizaba en seis semanas, con dos sesiones semanales de hora y media. Esta proporción se mantenía durante seis meses, completando 48 sesiones. Luego seguía una serie de participaciones en competencias docentes durante dos meses, luego una serie de participaciones en competencias de promoción en un mes; un período de ocho sesiones de análisis de estudio de partidas jugadas por sus pupilos, efectuado en un mes. Luego, alumnos seleccionados participaban en “campamentos” de quince días, mientras se hacían exámenes a nuevos alumnos y a sesiones de “reforzamiento o corrección” con alumnos rezagados.

Un mes de eventos recreativos, como torneos blitz y algunos torneos por equipos, participación en clubes y eventos de fin de año. Luego, el año lectivo se reanudaba con las sesiones de estudio de seis meses y así. En el caso de alumnos de Alto Rendimiento, se modificaba levemente el plan, debido a cambios en la programación de las competencias deportivas de ajedrez, algunas veces fuera de control de la Federación Ucraniana, y algunos eventos especiales.

Pero por lo general, durante más de quince años, la generalidad era el respeto de esta proporción de sesiones de entrenamiento y clases. En los Congresos de Entrenadores de Ajedrez de la URSS, se discutió mucho la forma en que se realizaban las proporciones en Ucrania, pero otras repúblicas soviéticas más o menos copiaban estas fórmulas, sobre todo con los pupilos de tercera, segunda y primera categoría. Ya los de niveles superiores se atendían con entrenadores dedicados a grupos de dos a cuatro jugadores y ahí las proporciones de las sesiones se ajustaban a casos específicos.

En los libros de Kostyev, de cuarenta lecciones para jugadores de segunda y primera, de la escuela de ajedrez de Moscú, la proporción la hacían basada en programas de 150 horas de teoría por 300 de práctica; pero esos programas eran de continuo modificados por diversas circunstancias. Además de que en las 300 de práctica se incluían los torneos y medían las 300 horas suponiendo que cada pupilo empleaba 5 horas en una partida y esas 300 horas se referían a 150 de examenes y a 30 partidas de torneo. Era obvio que si un alumno tenía un promedio de 3 horas en cada partida que jugaba, esas 30 partidas no eran 150 horas de práctica, sino 90. Por ello muchos entrenadores hacían su cálculo de horas de práctica aparte de la práctica en torneos.

La fórmula a veces se convertía en 150 horas de teoría, 150 horas de práctica en el aula (examenes y concursos) y de 30 a 60 partidas de torneo al año, independientemente de las horas empleadas.

Había la consideración de que para algunos alumnos 150 horas de teoría al año eran muchas y para otros, más involucrados en el ajedrez, se volvían pocas. Los programas de estudio eran guías, pero no ley, y los ajustes se determinaban por un análisis de los entrenadores de cada caso específico.

Cuando desaparece la URSS, lo que coincide con los años en que se empieza a disparar la utilización de las computadoras en el estudio del ajedrez, cada ciudad o centro de ajedrez, fue realizando sus ajustes y las fórmulas de proporción en las sesiones se fueron modificando de un año a otro, además de que se perdieron las reglas unificadas y cada república exsoviética buscó su propio camino y su propia receta. El ajuste, en la mayoría de los casos, llevó más de cinco años, y sólo después de 1996, se han vuelto a establecer algunas fórmulas de proporción, máxime que proliferaron los torneos suizos y la programación de eventos ya no fue controlada, ya no se tomaron en cuenta las opiniones de los entrenadores en la programación de competencias, sino se determinó por los patrocinadores y las oportunidades de presupuesto. Además de que muchos entrenadores claves emigraron o cambiaron de actividades laborales al pasar de un sistema patrocinado por el estado al de libre mercado.

Volviendo a lo del libro de Pomar, la manera de estudiarlo es asumir que uno toma el bando con ventaja y trata de identificar la jugada de ese bando como respuesta a lo que el contrincante jugó. Tapar con una tarjeta y avanzar jugada a jugada tapando las jugadas del bando con ventaja. Al usarlo en PDF, hay que imprimir o mover con cuidado para descubrir poco a poco las jugadas.

Esa proporción de estudio y ejercicio así se puede mantener. Es un libro que puede estudiarse con facilidad para los autodidactas, claro que es mejor si se asesora por un entrenador calificado, pero hay varias preguntas que en formato “quinto dedo” añado en la versión en Bucanero de este artículo. La idea es que después de ciertas páginas hago algunas cuestiones para confirmar el aprendizaje de cada parte del libro. En este caso, cuestiones sobre algunas de las 101 posiciones.

En países iberoamericanos donde los entrenadores no tienen prácticamente voz, las proporciones entre estudio, clases teóricas y horas de práctica; son imposibles de establecer, pues las Federaciones usualmente planean sus calendarios sin considerar las diferencias entre competencias docentes y de promoción.

A los “Chupópteros” federativos, no les preocupa ese aspecto, pues no ven entre sus responsabilidades el ayudar con la programación de los torneos a los planes de estudio. Separan las funciones de las federaciones de las de las escuelas de ajedrez y de la labor de los entrenadores. Los que pagan el desorden son los niños. A los entrenadores que no creen en velorios de chinos y “saben más que las cucarachas” no les queda sino ir toreando la situación y laborar cuesta arriba con el problema de que se desarrollen sus pupilos “a pesar de y no gracias a” las acciones de los “Chupópteros”, insectos cuya clase desgraciadamente abunda. Pero como siempre hay “esclavones”, no se atreven a decirles a los “Chupópteros” que pecan más por ignorancia que por mala fe, aunque es vocación de los “Chupópteros” repartir presupuestos y canonjías entre sus amigos y fervientes partidarios y rehuir los consejos de los conocedores en la enseñanza ajedrecística. El caso es que los niños tienen que cruzar el Niágara con soga podrida…

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