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Hoy quiero compartir unas palabras sobre alguien muy querido en el ajedrez cubano, alguien que desafortunadamente ya no está con nosotros: el Gran Maestro Guillermo García González.

Desde mis inicios en el ajedrez escuché hablar de “Guillermito” García, el Guille. Saber de su trágica muerte tan joven despertaba aún más mi curiosidad y admiración. Las personas que hablaban de él transmitían algo más profundo que respeto por su fuerza como ajedrecista. Era algo más allá, y así lo sentía yo.
Mi entrenador por muchos años, el MI Humberto Pecorelli, me contaba historias sobre él y me mostraba sus partidas. Fue ahí donde conocí su gran fuerza de juego. Pero más allá del tablero, tambien me marcó las anécdotas, los gestos, las memorias vivas que lo rodeaban, quién era este GM como ser humano.
-El hijo del Guille y una sorpresa en la EIDE
En mis primeros tiempos en la EIDE de Las Tunas (creo que fue en 1994), tuvimos un tope contra la EIDE de Granma. Al comenzar mi partida, mi rival no aparecía. Minutos después llegó un niño pintoresco de unos 8 años (idéntico físicamente a mi hijo Marcos, que tiene 8 años). Le pregunté su nombre para anotarlo en la planilla. El niño, un poco airoso, cambió el tono de voz como para intimidar:
—Me llamo Guillermo García.
Yo pensé: “Qué creído… como se llama igual que Guillermito, me quiere asustar”.
Después de la partida me enteré que era, en efecto, el hijo del Guille. Jugaba muy bien y con estilo similar al de su padre. Más adelante compartimos época en el Cardín y en la ESPA Nacional. Era una persona humilde y sencilla, igual que su padre.
-El “Capitán García” y las cervezas del descanso
Una de las anécdotas más graciosas que escuché sobre el Guille ocurrió durante un torneo, en el día de descanso. Estaban tomando cervezas con amigos, y al terminarse o al negarse a venderle más, Guille se acercó al cantinero y le dijo:
Soy el Capitán García, de la seguridad del Estado. En mi mesa se está haciendo un trabajo. Sírvame cervezas sin preguntar.
Lo hizo con tanta seriedad que el cantinero obedeció. Luego se metió en problemas cuando se supo la verdad, pero logro el objetivo.
-Tablas cortas y respeto por los amigos

En algún momento de su carrera, Guille empezó a hacer muchas tablas cortas, acordadas sin jugar. Algunos decían que había perdido motivación. Pero también creo que, como me pasaba a mí, le costaba enfrentarse a jugadores que eran sus amigos en lo personal. Esa cercanía personal lo limitaba. Lo entiendo bien. A veces el respeto por la otra pesa más que el deseo de competir y a más de uno nos ha pasado.
– Impacto en el ajedrez cubano
Guillermito tuvo una carrera precoz. Desde joven se destacó, y ya en edad juvenil su fuerza era reconocida a nivel nacional e internacional. En 1971 ganó la final nacional juvenil con 11 victorias en 11 partidas, un récord difícil de igualar. Su debut en el Torneo Capablanca de 1969 estuvo marcado por una victoria memorable frente al extra clase Oscar Panno.
Fue el segundo Gran Maestro de Cuba, logrando el título en 1976. Defendió el primer tablero en varias Olimpiadas y se convirtió en la vanguardia del ajedrez Cubano, principalmente a finales de los 70 y principios de los 80.
– El Interzonal de Moscú 1982
Un punto y aparte en su carrera fue el Interzonal de Moscú 1982. El Guille comenzó de forma espectacular y tuvo chances reales de clasificar a los matches de candidatos. Este torneo marcó el ascenso de Kasparov al título mundial. También participaron figuras como Beliavsky, Tal, Geller, Andersson y otros grandes maestros.
En el libro «La prueba del tiempo», Kasparov menciona que el GM cubano estuvo cerca de la clasificación, pero no pudo controlar su “tos nerviosa”. Algo que reafirma un poco mi teoría de que sus principales problemas al final del torneo fueron mas bien sicologicos.

Después de analizar sus partidas, puedo especular que el factor clave fue la mentalidad. Imagino que Guille llegó con la intención de hacer un buen papel, pero quizás no creía realmente que podía quedar entre los dos primeros. Tras un arranque brillante (5.5 de 6), El desgaste fue evidente, todas estas victorias fueron partidas largas y luchadas. En la segunda mitad del torneo mostró un juego más irregular, arriesgando más, más dinámico, pero alejándose de su estilo. En la última ronda arriesgó al máximo buscando la victoria (yo habría hecho lo mismo), pero su oponente jugó muy bien y lo venció.
Aun así, logró un respetado 5to lugar, solo detrás de Kasparov, Beliavsky, Tal y Andersson. Fue seleccionado entre los mejores atletas de Cuba ese año.
– La partida contra Zapata
Una de sus victorias más legendarias fue contra el GM Alonso Zapata. Dicen que Guille no llegó en su mejor forma física, esperando unas pacíficas tablas. Pero Zapata quería luchar. Guille se lavó la cara y dijo:
Si viola los conceptos, lo voy a liquidar.
Y así fue. No solo Zapata: varios que intentaron vencerlo sin aceptar tablas tranquilas fueron víctimas de su clase.
-Estilo de juego
Guillermito tenía un estilo clásico, con fuerte comprensión posicional. Se inclinaba por el juego limpio, estratégico, sin rechazar las complicaciones cuando eran necesarias. Su maestría en los finales era notable. Con blancas era muy fuerte en esquemas de peón dama, especialmente contra la India de Rey. Era de esos jugadores que sabías que entendían el ajedrez.
Nogueiras, que lo conocía bien, me dijo una vez que los jugadores con fino estilo posicional (como él y yo) a veces nos descuidábamos en posiciones dinámicas y en la protección del rey. Me lo dijo a modo de consejo, y yo estuve de acuerdo en esa deficiencia en algunas de mis partidas.
-Respeto entre colegas

Hablé mucho con Nogueiras y otros grandes maestros contemporáneos sobre Guillermito. Siempre me hablaron de él con respeto y cariño, destacando su evolución como jugador y, su profundo estudio de los finales. Frases como, A Guille había que ganarle en la apertura» no se podía llegar al final con el» las escuche. Era evidente que no solo admiraban su ajedrez, sino también su carácter.
Recuerdo que Vera me contó una anécdota sobre Bruno Parma, el reconocido GM; En una conversación entre ellos, Parma le dijo:
“Con 19 o 20 años, no había nadie en el mundo con el nivel de Guillermo García.”
Una frase que dice mucho viniendo de alguien de su calibre.
Varios de estos jugadores, en distintas ocasiones, me comentaron que mi forma de ser y de jugar les recordaba mucho al Guille; tanto dentro como fuera del tablero. Siempre recibí esa comparación con gratitud, sabiendo el cariño y respeto que le tenían a él… y que también me tenían a mí.
– Logros internacionales luego de Moscú
Mantuvo buenos resultados hasta el final. El más recordado fue su impresionante segundo lugar en el New York Open de 1989 (ganado por la joven Estrella Ivanchuk). Era un jugador respetado, querido, y admirado dentro y fuera de Cuba.
– Su trágica muerte
La repentina muerte del Guille fue un duro golpe para el ajedrez cubano y el deporte en general. Tenía solo 36 años…. Un accidente de carro resultó fatal, cuando aún tenía mucho que dar. A mí me hubiera encantado conocerlo. Ese tipo de caballeros, dentro y fuera del tablero, se extrañan hoy en día.
Este escrito es apenas un homenaje modesto. Muchos de sus amigos y colegas que compartieron con él pueden enriquecerlo aún más. Yo solo quise recordarlo, como se recuerda a los grandes: con respeto, con cariño, y con gratitud.
Nota.
Las 2 partidas que aparecen publicadas fueron colaboración del Maestro internacional Humberto Pecorelli.
 
         
        