
Introducción a la Temática
En el escenario cotidiano nos solemos encontrar con la presencia de enunciados faltos de verdad, falaces y hasta creaciones de nuevo cuño sin verificación previa del dato, cifra o concepto. No resulta una novedad este hecho. Tal es así que en los años 70 se planteó un anti manual donde se recogen las más comunes formas, o “estratagemas”, que posibilitan defender una posición aún cuando carezca de fundamento o sea falsa; un verdadero tratado de “sofística heurística”. Se hace mención a cuestiones tales como la estratagema de embrollar, la estratagema de titubeo, la estratagema de ad hominem, la estratagema de falsear, la estratagema de eludir el punto principal, la estratagema de apelar al menos conocedor, la estratagema del homunculus, la estratagema del “tú también” y la estratagema de concluir de lo concludente y otras posibles. Con humor inicial, luego con gravedad, pero siempre describiendo con especial atención los entresijos técnicos para sacar ventaja en un debate, se ofrece este fresco anatomopatológico del discurso persuasivo.
El problema de la mentira se instala, entonces, a la altura de las falacias como un horizonte teórico que requiere de delimitaciones descriptivas y analíticas, pero que también señalan la necesidad de contar con una perspectiva ética al momento de desechar las falacias o reflexionar sobre la pura mentira. Sobre el interrogante de la publicación científica, deseamos repasar algunos de estos aspectos, y nos orientaremos a su esclarecimiento a partir de la puesta en marcha de un procedimiento ordenado que habrá de poner de manifiesto las determinaciones de cada caso y mostrará el hábitat epistemológico en que las mismas devendrán comprensibles.
Definición y Naturaleza de la Mentira
La mentira puede considerarse en principio como la «expresión por medio del lenguaje o de otros signos de lo contrario de lo que se piensa, se siente o se pretende». Así entendida, la mentira es puramente voluntaria. No se trata aquí de confundirla con el error, esto es, con un juicio o expresión que involuntariamente no se ajusta a la realidad. De ahí su importancia ética. Podría parecer, quizá, que la mentira puede estar justificada cuando la realidad que se quiere encubrir es perjudicial moralmente en mayor medida. Pero aun en estos casos concurriría siempre la irrelevancia de dicho precepto. Si la domesticación de la mente no lleva a subordinar lo subjetivo a lo objetivo, se impide la adecuada adaptación a la realidad, sin la cual no es posible ninguna finalidad.
La mentira es realmente, en cambio, peligrosa: destruye implacablemente toda confianza en la palabra ajena; nadie toleraría un engaño similar al que efectúa a sí mismo; y en consecuencia, toda convivencia. Es la razón de la gravedad del perjurio y fundamentalmente de la hipocresía. Aunque la mentira es más específicamente una corrupción de la palabra, puede extenderse a otros actos externos o signos, en cuanto a ellos también expresan la realidad del interior, y toda mentira es en primer término una corrupción interna. Por eso son particularmente nefastos los actos o representaciones injustas.
Impacto de la Mentira en la Sociedad
Los mentirosos se presentan no tanto como influencia negativa para la sociedad, sino como actores patológicos. Pero no es la persona, sino aquello que influye en ella y a través de ella: el medio familiar, social, político y, en fin, cultural, el que resulta dañado, perturbado en la transmisión de valores. El peligro, como se ha dicho con razón, «no está en las mentiras cumplidoras, sino en las socializadoras. Son las que camuflan los incumplimientos y, por tanto, resultan más perniciosas que las primeras».
Semejante debilitamiento normativo y autoritario constituye la base de una creciente anomia, apreciable en todos los ámbitos de la sociedad. Unos límites y deberes sociales difusos y débiles favorecen actitudes de marginación y de individualismo, incapaces de cumplir los fines fundamentales de la sociedad, incluyendo la seguridad ciudadana. Por otro lado, la falta de autoridad democrática no genera una obediencia irracional y pasiva, que tiene una naturaleza autoritaria, sino una confusión y apatía que desembocan igualmente en la seguridad colectiva. El falaz rechazo de que la mentira generase un férreo control y orden social ha consolidado, así, una ambigua cultura de permisividad y hedonismo marcadamente cínica.
Consecuencias Psicológicas y Emocionales
Antes de continuar, hagamos un símil entre el desgaste proveniente del mantenimiento de una mentira y la sensación que se tendría viviendo en un lugar estresante, propiedad que además se encuentra en obra: un espacio a punto de caerse (miedo), en el cual no sirve relajarse puesto que en el momento se puede venir todo abajo (ansiedad). Resulta imposible concentrarse o tomar decisiones relevantes (estrés). Transitar los numerosos obstáculos nos genera daños (frustración y desazón) y olor a pólvora en el ambiente (sentimiento de culpa). No es un lugar atractivo o placentero para permanecer un instante siquiera; más bien nos impulsa a hallar otros ambientes que, aunque desconocidos, seguramente serán más saludables antes de que el actual o sus habitantes exploten. Parecería que es la hora de buscar otros horizontes, o de repensarse al menos cómo hacerlos más habitables. Estar compeliendo a la mentira con el temor y sus ingredientes constituye una relación de poder –insanamente– desigual y difícil de sostener en tiempos de paz.
Un tema omnipresente en la clínica es el de los pequeños y grandes deseos de los seres humanos. En más de una oportunidad, los consultantes manifestaron la necesidad e intención de comprender y ser comprendidos, en principio, pero esto se ve interferido por su elección de no manifestar toda la verdad. Quedar fuera de la escena percibiéndola desde otra perspectiva resulta, para el terapeuta, alterador, tanto en el sentido de interferir en la complicidad buscada como misterioso: ¿Acaso el sujeto se encuentra tan convencido de que el relato encomendado conquistará al otro a tal punto que sus palabras deberán hacerlo solamente por sí solas? Otras veces, el evitar dar cierto tipo de información contradice el sentir de la persona, lanzándola a una búsqueda suicida del conocimiento, al menos percibido como tal. Complejo y paradójico es este bolsoncito.
Importancia del Esclarecimiento de la Mentira
Es cierto que no todas las mentiras tienen la misma importancia: se les llama «mentiras blancas» a aquellas que intentan evitar un perjuicio, por ejemplo, «ay, estas verduras están deliciosas»; y se les llama «mentiras negras» a aquellas que buscan una ventaja indigna, inclusive llegando al perjuicio, como «fulanita es mi amiga, no voy a contarles lo que he escuchado de ella». En otras palabras, si bien el motivo que lleva a la persona a mentir es una razón importante del estudio de la mentira, también lo es la naturaleza de esta y el proceso real de la mentira y no solo cuál es el contenido literal del engaño. Pero, más allá de eso y volviendo al tema concreto del engaño, primero, no olvidemos que las cosas, por más pequeñas y encubiertas que se puedan encontrar, siempre se pueden ver, reconocer y revelar.
Las neurociencias así como las investigaciones desde la psicología experimental, muestran que determinadas partes del cerebro se activan cuando se está mintiendo; que existe un componente emocional adosado a la palabra escrita o verbal en caso de estar engañando; que a lo largo del proceso de la mentira, la carga emocional del engaño tiende a amalgamarse en la percepción consciente real que termina siempre resquebrajando algo del proceso encubridor. Por lo tanto, los contextos basados en el engaño (un acta trucha, un CV falso, una propiedad escriturada a nombre propio pero con un acuerdo previo de ser del otro) nunca serán duraderos y llevará a relatar más y más mentiras a medida que resurjan mayores y mayores pruebas contra ese engaño. Así, los beneficios a corto o mediano plazo, resultarán ilusorios y los costos de reparación económicos, de vida personal, ansiedades o estresores colaterales, serán muy superiores a ellos.
Ética y Valores en la Comunicación
El primer valor mencionado es la verdad. En un contexto en el que el concepto de verdad y de mentira es cada vez más difuso y relativo, nos encontramos con una triste situación de descrédito. Todo el mundo produce y difunde constantemente peticiones de ayuda económica, firmas, cadenas de oración, supuestas desapariciones de personas. Y todo el mundo lo hace con la mejor intención, creyendo que está haciendo el bien, pero casi ninguno se cuestiona la veracidad de lo que difunde. Ni se acostumbra a cuestionarlo. Todos, de alguna forma, son cómplices necesarios. A menudo, nos creemos con derecho a decir determinadas mentiras o medias verdades para proteger a otros o a nosotros mismos. La verdad es “ayer, hoy y siempre” el compromiso del periodista con el relato de los hechos. Este es el compromiso de los medios de comunicación, promover la transmisión de la verdad, aunque ello pueda significar conflicto y malestar para los afectados por ella.
Otro valor mencionado es el de la justicia: el equilibrio en la distribución de bienes y males, sin favorecer a nadie, es otro de los valores básicos para la profesión que sin duda tiene que contribuir a mejorar la sociedad en la que está inserta. Debe proporcionar la información sin restricciones más allá de las establecidas legalmente. No obstante, precisamente por los efectos perniciosos de la información, la ética periodística consiente que se restrinja la distribución inmaterial de la noticia si se acreditan daños concretos, grandes y actuales, al derecho de hacerla pública. El respeto a la intimidad, la propia y la ajena, salvo en casos de interés general; victimización secundaria, si el afectado apela a la prensa; y en los pocos casos en los que se podrá valorar si ha existido consentimiento o encubrimiento, es también otro de los valores relacionados con el concepto de justicia.
Herramientas para Detectar la Mentira
Las distintas teorías nos proponen algunos marcadores verbales y no verbales para identificar la mentira o la verdad. Entre otros destacan los siguientes aspectos: a) La distorsión a nivel de la espontaneidad. La mentira supone un esfuerzo que el sujeto debe hacer para desvirtuar la verdad, un esfuerzo que «cuesta», lo cual ocasiona una reducción de la fluidez de emisión verbal y del contenido de la comunicación. Así, se ha observado que las personas que mienten invierten casi el triple de tiempo para planificar sus respuestas que las que dicen la verdad. Esto es así tanto si la información es exclusivamente esperada como si presenta un grado de inesperación. De manera secundaria, los mentirosos recurrirán, según el contexto y el estímulo sugestivo, a varias estrategias para salvar la situación (mentir, evocar la verdad, decir no recordar, inventar una respuesta contrapreguntando o eludir la respuesta). Todas estas variaciones de conducta impropias del relato espontáneo presentan distorsiones temporales, verbales y paralingüísticas. En el caso de la mentira necesaria, las distorsiones temporales se reducen o incluso anulan, manteniéndose ciertas distorsiones de la comunicación verbal y paralingüística. b) La dificultad para mantener la coherencia. La mentira suele incluir contenido ficticio insertado de forma espuria en un relato, que en el resto de los aspectos es veraz, llamada mentira; a diferencia del engaño, que es la omisión de ciertos detalles o la alteración de otros de las narrativas, que al contrario que la mentira no implica la invención o la inserción espuria de nuevo contenido asimilándola a las narrativas de la verdad.
Lenguaje no Verbal y Microexpresiones
Por todo ello, la mentira se controla por el sujeto en prácticamente cualquier tipo de conversación, referida a cualquier tipo de tema, con distintas finalidades (evadirla, ocultarla, intentar mostrar algo así como sentir unas emociones o sensaciones determinadas que el sujeto no está sintiendo). Para ello, los seres humanos utilizamos principalmente la amplitud emocional, las denominadas ‘microexpresiones’, con significado emocional, voluntarias e involuntarias. Este tipo de lenguaje no verbal se está validando experimentalmente y diferenciándose del resto para finalmente poder ofrecer la formación en microexpresiones que ayude a los tópicos tratadistas en psicopatología y a los tópicos detractores con falsos argumentos. Además, es importante emplear estas investigaciones en la clínica, la psicoterapia y en general en salud mental. Nos iríamos, adicionalmente, a otro área de las ciencias de la salud, como puede ser la psicología social o la psicología evolutiva, ya que las microexpresiones, visibles en rostros con emociones espontáneas y explícitas, aparecen ante situaciones ambiguas con una solución y fallan cuando prueban una vocalización dulce, una emulación cognitiva o ante emociones que no pretenden abrirse paso en la conversación. Y, efectivamente, no es lo mismo adoptar el propósito de fingir, fomentando emociones positivas, resultando más fidedigna la simulación favorecida por la comparación con estados auténticos.
El Papel de la Verdad en la Construcción de Confianza
3. Pues bien, una pregunta a la que es obligado buscar respuesta es: ¿de qué modo se relaciona la mentira con la confianza? Las recientes publicaciones muestran con un montón de datos que uno de los factores que perjudicó a las economías que mejor se estaban comportando fue la crisis de confianza. Cierto que en la construcción de la confianza intervienen múltiples factores, como los relativos al comportamiento de las personas o empresas, la garantía de los contratos o la existencia de vías de resolución pacífica de los conflictos. Pero no menos cierto es que la confianza no pone en riesgo la seguridad de quien confía y que, por tanto, solo se pueden dar motivos justificados para desconfiar.
Los directivos deben «blindarse» a este tipo de comportamientos para no caer en una espiral de desconfianza y autocumplimiento de la desconfianza. Y la contabilidad no puede ser ajena a esto. Pero el carácter protector de la confianza hace que la mentira o la existencia de disfunciones que alteren la verdad generen un menoscabo de la confianza: “El hecho fisiológico de la confianza no descarta el hecho ético de la responsabilidad de los hombres por su propio comportamiento”. Pues bien, ante la existencia de comportamientos que se alejan del deontologismo, los directivos ya no pueden confiar y deben dejar de ser transparentes en la información que generen para evitar su uso corrupto por terceros y minimizar el riesgo que este supone. Esto genera una espiral perversa que supone el inicio del conflicto en la culminación de la confianza.
Confianza Interpersonal y Social
Otra característica de la confianza que parece relevante resaltar es el hecho de que obtendríamos significativas ventajas a lo largo de nuestra vida social, básicamente a través de la minimización de la incertidumbre y de un adecuado procesamiento de la información disponible. La confianza permitiría a los individuos mantener actitudes de cohesión y cooperación que, sin ella, no nos serían posibles. Si lo pensamos bien, vivimos rodeados de personas que nos son más o menos desconocidas y con las que, directa o indirectamente, debemos relacionarnos en muchos ámbitos de nuestra vida: trabajo, estudios, tiendas, oficinas, consultas médicas, relaciones familiares, etc.
Los acuerdos entre personas son un tipo de contrato tácito que nos permite movernos por el complejo entramado de los vínculos humanos. Así, por ejemplo, confiamos en que los cajeros del supermercado pasan convenientemente por el lector los artículos que depositamos en las cintas transportadoras o que el farmacéutico del barrio no nos está vendiendo veneno con aspecto de medicina. Del mismo modo, alquilamos viviendas, solicitamos seguros, pagamos con tarjeta de crédito y dejamos nuestros vehículos; confiamos en que los demás actúen en su justo término. La confianza facilita e incrementa las probabilidades de que esos pactos no escritos sean respetados y ella no procede tanto del raciocinio y el procesamiento del juicio cognitivo de confiar o desconfiar en uno u otro entorno vital (aunque haya cierta experiencia que influya en la verificación de esos hechos) como de la forma privilegiada que tienen algunos seres humanos de llevar a cabo relaciones sociales. Yo mismo he venido pensando en la importancia del engaño y la mentira como mecanismo facilitador de las relaciones sociales positivas en los capítulos anteriores, pero debo reconocer que nunca le había prestado atención al núcleo del problema, esto es, a la necesidad de trasladar información no veraz.
El Desafío de Afrontar la Mentira en Diferentes Contextos
El desafío de afrontar la mentira es muy grande. El mencionado problema tiene la misma complejidad en todas las civilizaciones y culturas. Si realmente se quiere trabajar en serio y con fundamento en la prevención y tratamiento del mismo, es necesario tener en cuenta los factores que influyen para que esta se desarrolle; en primer lugar, el individuo, en cuanto a su personalidad, personalidad psicopatológica, inteligencia, asertividad, la honestidad como valor, la presión de grupo, la familia y el propio valor educativo de las mismas, la escuela, los medios de comunicación y el trabajo de los directivos o gobernantes. Desde el ámbito terapéutico, el psicoterapeuta debe tratar las consecuencias de los sufrimientos moral, emocional y la distorsión de la realidad que provoca la mentira. Desde el ámbito de la prevención, son necesarios programas de impacto separando el mundo real del mundo ficticio y técnicas de autoinformación para la toma de decisiones morales que faciliten el uso y disfrute de producción cultural responsable e inteligente. En cuanto al tratamiento o terapia de la mentira, se refiere que la educación moral sería un precursor necesario para el cambio en la mentira, con el desarrollo de un poderoso sentido de culpa pro social. Otro aspecto que destaca es la importancia del autocontrol de la respuesta verbal automática de mentir, pero además de esta labor en el nivel verbal asertivo, es igualmente importante el control emocional, para que no aparezcan sensaciones desagradables incompatibles con la presencia de la verdad. Por lo que actos deshonestos pueden tener como consecuencia conflictos y rechazos por parte de la colectividad tanto en pequeños grupos como a nivel cultural, viéndose perpetuados por una autovaloración negativa.
Mentiras en el Ámbito Político
Decía que el infierno son los demás. Mi enojo hacia ciertos dirigentes políticos, cuando los escucho o leo, con expresiones que realizaron en el pasado y ahora dicen otra semejante, es mucho y me motiva a realizar este libro. Con el concepto se explican muchas veces las acciones políticas que determinados dirigentes llevan a cabo, incluso contradiciendo sus propias palabras, por una mentira acorde a la temática. Es por ello que en el presente apartado el análisis se efectuará en torno a cada una de las temáticas que tienen relación con el vivir en sociedad, perdiendo el análisis pasado, ya desarrollado en la introducción, para charlar en torno a la rutina de los dirigentes actuales. Sabido es que en la política actual vemos, en muchas ocasiones, mentiras por parte de dirigentes e incluso candidatos, que luego no cumplen con sus promesas, los ofrecimientos que hacen estando en campaña. Mentiras que, aparentemente, no parecen importar demasiado a la mayoría de los habitantes. Sin embargo, se ha de ahondar en el concepto de mentira y ver las consecuencias que posee para la sociedad recibir, de parte de los propios gobernantes, una mentira no verdadera. También se debe deducir, tras esto, si efectivamente no le importa a la sociedad recibir la mentira de sus gobernantes o si es una costumbre o algo no del todo bien explicado.
Estrategias para Fomentar la Honestidad y la Transparencia
En esta parte se presentan diversas posibilidades para que acontezca una necesaria demanda de verdad y claridad. Estas son las tres: Informar. En relación con lo anterior, que de la falta de información aparezca la mentira puede tener dos posibles vías. La primera es que la falta de información, como tal, sea mentira. En segundo lugar, puede ser que un público concreto requiera alguna información nueva o adicional, y que por ello pueda darse un acto de mendacidad por omisión. Es fácil ver que informar y conocer personas y colectivos son cauces de actuación para prevenir la mentira. Pero a día de hoy no existe tarea formativa alguna en los niveles preuniversitarios sobre cómo comunicar con argumentos, defendiendo posturas válidas y, sobre todo, expresándose de manera clara, respetando al intérprete, con precisión y claridad de ideas. Es cierto que los programas de ética suelen incluir materiales sobre los peligros de la mentira, pero no se profundiza apenas en la formación de la expresión clara de los contenidos. Esta formación supondría el punto de partida para fomentar prácticas de vida que favorezcan el desarrollo auténtico, pero aparece solamente de manera explícita ni en la Programación de Filosofía ni, obviamente, en la de otras asignaturas de la etapa. Solo al final de esta propuesta se esbozará otra disciplina transversal como podría ser Filosofía; pero los docentes de otras materias sin duda podrían realizar propuestas, todas ellas incardinadas en el corazón mismo de sus enseñanzas que facilitarían el esclarecimiento en el ser concreto del alumnado.
Educación en Valores y Ética
La importancia de esclarecer: “A veces miento, pero sé que está mal”. ¿Qué educación está siendo efectiva? La educación en valores que tiene un efecto positivo no es la catequesis de principios concretos. La educación en valores que influye en los adolescentes es delimitar y visibilizar las contradicciones entre unos valores específicos y la mentira. Si ese margen de tolerancia puede ser admitido como: “no lo favorece, pero tampoco perjudica sustancialmente para el futuro de este alumno”. No alcanza con tener una actitud de “intransigencia ante la mentira”. Quien transgrede un límite espera una sanción. (Y esta será elocuente para quienes están alrededor). Y sancionar no se restringe a las instancias del alumno. “Cada vez que uno colabora para esconder lo que es un acto de carrera de un examen, está sancionando”. Hay muchas variantes que a menudo pasan desapercibidas incluso por los docentes. No sancionar es desproteger a los sancionados. Es ofrecer una educación “trucha”. Privar al estudiante “valioso” de información, de efectos y causas. De consecuencias y del sentido de lo que le entregó al docente; dice que según él está bien: “en algún punto la más explícita de todas y la que resulta más dañina”.
El alumnado necesita que el docente sancione toda mentira. La educación en valores propone una comprensión de la moral no como meras costumbres o hábitos más o menos arbitrarios o como un juego, si se quiere, sino como una valoración fundada en la razón. De abuso de su poder, de autoridad, de autorreferencialidad, de traición a las expectativas de otros, provocar hastíos y tensiones, restar energía y detener otros procesos verdaderamente significativos, de faltar a la verdad. Aunque pase desapercibida, la contradicción no es coherente considerar con insuficiente gravedad la falta de cumplimiento con la palabra, es decir, cuando se incumplen promesas explícitas. Por lo que se trabaje con los alumnos el valor de la coherencia.
El Papel de la Justicia en la Revelación de la Verdad
Así las cosas, la justicia tiene un papel fundamental a la hora de lograr esclarecer los hechos y, por tanto, de servir de garante de la verdad. Y, de forma complementaria, la verdad es un requisito indispensable para la justicia, máxime si tenemos en cuenta que la salvaguardia y la realización de los derechos humanos constituyen esa justicia máxima que debiera ansiar todo sistema social. Es cierto que existen muchos ámbitos de la vida humana donde los tribunales se resisten, a veces con argumentos, otras veces simplemente escabullendo las cuestiones, a resolver sobre asuntos relativos a la verdad, especialmente cuando dicha verdad incide en la apertura de una vía que lleva a enfrentar y enjuiciar prácticas sistemáticas que apelan contra una ingente masa de ciudadanos.
En este ámbito me viene a la cabeza el papel que juega la Comisión de Expertos sobre Seguridad y Asuntos Públicos en Europa para suplir el papel que debería haber tenido el Tribunal como juez natural y última instancia en materia de protección y desarrollo de los derechos fundamentales y las libertades públicas. El gobierno de España lleva años justificando que, simplemente por tener una Comisión de expertos, puede permitirse admitir sin resolver multitud de reclamaciones llegadas al amparo de la convención: “En una situación de necesidad de verdad, el Tribunal dio carta blanca a la Comisión de expertos para resolver los conflictos en los que no esté en juego el derecho fundamental a un proceso con todas las garantías a los que se enfrenta el Estado, quien es el que tiene que decidir cómo se organiza internamente para poder satisfacer la obligación internacional. La Comisión desarrollará todos los mecanismos que ha admitido según su jurisprudencia sobre verdad, justicia y reparación”. Esa es la encomienda de la Comisión de expertos hasta que se resuelvan conflictos parecidos en la jurisdicción. Eso es, pues, justicia.
Verdad y Justicia en el Marco Legal
8.1.1. Verdad histórica: la eficacia de una definición. El principio de legalidad en el marco penal no juega solamente un papel relativo a la eficacia en el esclarecimiento de la «verdad material», puesto que el conocimiento de la verdad histórica es precisamente el bien jurídico que se busca con la iniciación del procedimiento penal; es decir, la concreción histórica de la norma, cuestión nada menos que imprescindible para el éxito del discurso lógico-jurídico, aplicador de la norma general al caso particular. La concreción histórica será, por tanto, la clave para la construcción del juicio concreto, base sobre la que se apoyará el Juez para aplicar el ius puniendi; tal concreción será única, unívoca e histórica, sin afectar para nada a la norma general de origen, manteniendo su valor.
8.1.2. Verdad legal: garantía del control procesal. La verdad y, por consiguiente, el conocimiento del contenido normativo será lo que garantice el control del procedimiento que, si legalmente sujeto a una concreta regulación penal establecida en un espacio y un tiempo determinado, en cuanto que predetermina por medio de las normas, en su sentido formal y en su contenido material, las consecuencias que pueden derivarse del mismo, quedará proscrito de efectos jurídicos todo acto infractor que no esté prescrito por efecto de esas normas preestablecidas. De manera que la función del Juez en un correcto estado social de derecho y en la correcta substanciación del procedimiento penal es la de garantizar el control sobre el sistema y el cumplimiento preciso de las normas procesales, estableciendo así una efectiva garantía de la «verdad legal».
Conclusión y Reflexiones Finales
y contribuyen a la paz, armonía, afirmación personal verdadera y al logro de la sinceridad. Los cambios sin cesar presionan psicológica, social o culturalmente para transformarnos en personas diversas de lo que somos, enmascarando nuestra persona verdadera. La verdad y el descubrimiento pleno, por la conciencia, de nuestra identidad personal son señales actuales y constructos reales que nos pueden llevar al encuentro descubridor y liberador de nosotros mismos. Por lo tanto, proponemos que el comienzo del descubrimiento del ser verdadero en sus ideas requiere ante todo de la disposición interna para esclarecerse en sí, gesto llamado conversión epistémica, que le permite a la persona desenmascarar la ignorancia que le impide el acercamiento pleno a la realidad para alcanzar el fin propio del conocimiento. En correspondencia con el planteo, la determinación fundamental del acto es el conocimiento que pone a la persona en contacto con la realidad. En coherencia con lo presentado, el conocimiento falso, engañoso, sería una perversión del acto fundamental, dado que impide que la persona se encuentre con la verdad. Así comprendida, la referencia a la verdad a lo largo del texto no remite a algo más allá del hombre, a alguna realidad divina, o a algo independiente del hombre; tampoco a la verdad fundamental presentada como fin inmanente. Remite al desvelamiento, por parte de la persona, en un acto concreto de conocer, del ente. Entonces, la verdad es la adecuación del intelecto a la cosa, a la realidad, a lo que es, “correspondencia o conformidad del acto de conocer con la realidad conocida”.
9.1. Síntesis de los Puntos Clave
a) Respecto a los tres climas posibles al encontrar a una persona con la que hemos confiado algo íntimo y grave: 1) No debemos condenar, humillar ni herir. Tampoco prejuzgar o jurar verdadero o falso – ni difundir si sabemos. Nos conforma la verdad y nos sostiene a cada uno, con sus luchas, pecados y errores. Se sigue haciendo, aunque nos parezca inmerecido, incluso es una ofensa oculta a la soberanía y su providencia. 2) Hablaríamos del peligro real que podemos apreciar, sean palabras o miradas fuertes y claras, apariencias o actitudes seductoras. Pediríamos más detalles realizando preguntas rápidas. Opciones: Si aclaratoria ni suficiente, pedir un tiempo para pensar qué se debe hacer: – Proponer nuestra opinión personal e invitar a pensar juntos: pero en cualquier caso decidir siguiendo las normas según nuestro cargo: – Transferir el asunto, sobre todo si se trata de un peligro para la persona o si la gravedad nos supera a nosotros. 3) No queremos hablar del asunto pero sí pedirle al otro que se cuide, aclare o actúe con diferencia, sin legañas en los ojos. Sólo informar si esto no implicara juzgar mal. Sobre la importancia del retiro si hubiera mayor peligro nuestro que bien del otro, en la atención a quien necesita más la gracia. Si el tribunal superior puede y busca informarse, si nuestro superior debería justamente conocer.